El Self: la función integradora de la experiencia en la Terapia Gestalt

El Self representa uno de los conceptos unificadores en la Terapia Gestalt. El Self se define como una función que se despliega en el momento en que surge una experiencia. El Self no es una estructura sino el que vive, experimenta y está en contacto con la vida.

Para la Terapia Gestalt el Self se define como la capacidad del organismo para hacer contacto con el propio entorno de una manera espontánea. No existe una traducción exacta en español para este término anglosajón, por ello, lo comprendemos como el Sí Mismo. La experiencia de ser uno mismo es intangible y subjetiva, esta es precisamente una función del Self   somos nosotros mismos experimentando la vida, el presente, el aquí y el ahora.

Toda psicoterapia de corte humanista y existencial centra sus estudios en este aspecto de la experiencia: el Self.  De hecho, Carl Rogers, uno de los fundadores de la Psicología Humanista, es considerado como un teórico del Self.  

Para este autor, el ser humano percibe el mundo y las experiencias externas a las cuáles les proporciona un significado. Por tanto, esta totalidad de eventos significativos representa y conforma el campo del individuo. La configuración de los campos fenoménicos o de experiencia del individuo conforman su propio autoconcepto. La percepción que tiene de Sí Mismo y del mundo en el que se desenvuelve.

Para Rogers es indispensable en su Terapia Centrada en el Cliente una reconfiguración de las percepciones del Sí Mismo, es decir, de su Self.

El Self en la Terapia Gestalt

El concepto del Self en la Terapia Gestalt es la función integradora de la experiencia del Sí Mismo en el campo relacional en el ahora.

Las tres funciones del Self, se distinguen de la siguiente manera:
Función Ello:

se refiere a la capacidad del organismo de hacer contacto con el entorno: el fondo de la experiencia es sensorial y obedece a las sensaciones organísmicas corporales que son percibidas en el mundo interno.

La función Personalidad:

está en relación directa con la posibilidad de hacer contacto con el entorno en función de lo ya conocido: introyectos, valores, creencias, deberías. La experiencia se torna rígida en cuanto al contacto se refiere y se expresa en frases, como:

  • “Yo soy así”, 
  • “Siempre lo he hecho así”
  • o así “me funciona”.

La gran mayoría de los rasgos de personalidad se encuentran dentro de esta función del Self. Por tanto, el contacto con el ambiente es limitado, existe un déficit en la atención al ambiente inmediato para nutrirse y poder generar nuevos ajustes creativos ante la apertura del campo.

La Función del YO:

expresa una capacidad diferente, más viva y se refiere a la habilidad de percibir, dejarse impactar y reconocer e identificar los elementos del campo en el presente para nutrirse y poder elegir desde una perspectiva de estar en conciencia en el “aquí y ahora”

La Terapia Gestalt hoy denominada Relacional o de Campo ha ido evolucionando hacia esta práctica cada vez con más fuerza y privilegia el trabajo terapéutico centrado en las funciones de contacto del Self, el campo relacional co-creado en la relación con el terapeuta, la formación del vínculo y la responsabilidad del terapeuta en el proceso mismo del encuentro y sus formas y maneras de entrar en contacto.

De tal manera, que yo he llamado a esta nueva visión de mirar las experiencias desde una perspectiva gestáltica al Self, “como la función integradora de la vivencia, del estar en el mundo y de la experiencia significativa”

Éste Self en diferentes campos va integrando, construyendo en su función dinámica y de permitir el contacto, rechazando o bien, utilizando formas y estilos de entrar en contacto o evitarlo, como son: la confluencia, la retroflexión, la introyección o bien, el aislamiento.

El Self somos nosotros mismos contactando con la experiencia de estar vivos, funcionales, en sufrimiento, en el dolor, en la plenitud y cada una de los contactos tendrá significados distintos de acuerdo al campo relacional e intensidad o retirada del mismo. Con ello, quiero significar que cada elemento integrador de la vivencia está en la frontera de contacto formando ajustes creativos novedosos o rancios y repetitivos que achatan y empañan la luminosidad de una figura de la experiencia de la vida misma del otro.  

Es aquí, dónde nuestro trabajo terapéutico requiere de la implicación del terapeuta para dejarse impactar estéticamente a través de los sentidos y con toda su presencia para lograr que el contacto se torne más en conciencia y se logre la vivencia para traspasarla, conocerla y asimilarla.

Bibliografía:

  1. Perls, F., Hefferline, R., Goodman, P.  (1951) Terapia Gestalt. Excitación y crecimiento de la personalidad humana. Sociedad de Cultura de Valle-Inclán, Los libros del CTP. Edición original 1951, traducción al castellano 2005.
  2. Francesetti, G., Gecele, M., Roubal, J. (Eds.) (2012) Terapia Gestalt en la práctica clínica. De la psicopatología a la estética del contacto.
  3. Rogers, C. (1964) El proceso de convertirse en Persona. Paidós.
  4. Rogers, C. (1981). La psicoterapia centrada en el cliente. Paidós.
  5. Robine, J.-M. Contacto y relación en psicoterapia. Editorial Cuatro Vientos, 2002.
  6. Yontef, G. (1996). Proceso & Diálogo en la Terapia Gestalt. Edit. Cuatro Vientos. Chile. 
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